Como su propio nombre indica, el Expresionismo busca una forma nueva de expresarse, una manera diferente de representar la realidad. Los artistas desean transmitir sus emociones y sentimientos, más que representar la realidad de una forma objetiva. Debido al desarrollo de las ciudades, nace un sentimiento de aislamiento del individuo, de masificación, dando lugar a una alienación. Por tanto, nace el deseo de captar los sentimientos más íntimos del ser humano. Los principales precursores del Expresionismo fueron el belga Ensor y el noruego Edvard Munch, el cual fue un maestro en representar la angustia, la soledad y el miedo. Pero fue en Alemania, a principios del siglo XX, cuando este movimiento toma mayor relevancia.
En 1905 se forma el grupo “Die Brücke” (el puente), en Dresden, coetáneo al movimiento fauvista francés. Sin embargo, mientras que los fauvistas se mueven por intereses plásticos y temas insustanciales, los expresionistas se preocupan por plasmar las preocupaciones existenciales del ser humano. Sus principales representantes fueron Nolde y Kirchner.
En 1911 se forma en Munich “Der blaue Reiter” (el jinete azul), integrado por numerosos artistas extranjeros, como el ruso Kandinsky o el suizo Klee. Su arte es más exquisito, subjetivo y espiritual que el de “die Brücke”. Sus componentes evolucionarán rápidamente a composiciones abstractas, como es el caso de la obra de Kandinsky. La representación del objeto en sus pinturas es secundaria, ya que la belleza residía en la riqueza cromática y la representación formal.
El grupo se disuelve con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, sin embargo, su influencia llegó a otros países. Por ejemplo, en Francia, Chagall y Modigliani formaron parte de la Escuela Expresionista de París.